EL SINDROME DEL BURNOUT  “Ya no puedo más con mi trabajo” El síndrome del Burnout es consecuencia del estrés que nos genera nuestro trabajo. Se considera una enfermedad, por lo que hay que andar al tanto y cuidarse. Si te sientes estresada o poco motivada por ir a trabajar, cuando en realidad te gusta tu trabajo o siempre lo has llevado bien, reflexiona sobre alguno de estos aspectos, que tal vez te estén afectando:
  • La relación con tus superiores (trato, demanda,…).
  • La relación con tus compañeros (trato, comunicación,…).
  • Un exceso de carga de trabajo.
  • Un exceso de aburrimiento en tu trabajo.
  • Un trabajo que supera tus capacidades.
  • Problemas externos que afectan a tu estado anímico, y por ello a tu trabajo.
  • Sentirte mal remunerada.
  • Sentir que necesitas mejoras en tu puesto de trabajo y no son atendidas.
  • No compartir los valores y filosofía de la empresa.
Tal vez sientas que muchas de estas cosas se dan, pero no todas tienen que ser la causa principal. Tal vez no haya una causa principal. Puedes valorar la importancia de cada una de ellas, por ejemplo, viendo que pasaría si se mejora la que más te afecta. Así veremos la principal y las secundarias.   COMO AMORTIGUAR EL BURNOUT O SALIR DE ÉL
  • TRATA DE ENTENDER: Tal vez sientas que muchas de estas cosas se dan, pero no todas tienen que ser la causa principal. Tal vez no haya una causa principal. Puedes valorar la importancia de cada una de ellas, por ejemplo, viendo que pasaría si se mejora la que más te afecta. Así veremos la principal y las secundarias.
 
  • CUIDATE: Estas situaciones de preocupación, desmotivación y estrés pueden llevarnos a cuidarnos menos. Mejora tu alimentación, tus hábitos, practica ejercicio y algún método que incluya el cuidado de tu mente, como un yoga orientado a liberar tensiones y calmar la mente. Tal vez, incluso, algunas sesiones específicas de algún método, como la Sofrología, que te de herramientas para relajarte, meditar en casa, y enfocarte a tus objetivos con serenidad y positivismo.
   
  • REVISA TUS VALORES Y OBJETIVOS: La vida pasa y crecemos, no solo por fuera, también por dentro. Nuestros valores, necesidades y objetivos pueden cambiar con el paso del tiempo, aunque no nos demos cuenta. Esta revisión puede ayudarte a redirigir tus esfuerzos en las relaciones y acciones que llevas a cabo.
 
  • LA ACEPTACIÓN: A veces tenemos que aceptar que ciertas situaciones son difíciles de cambiar, al menos temporalmente. No es resignación, es aceptación, adaptación y, si se puede, mejora de la situación.